Hoy tedréis la oportunidad de leer el relato ganador de 1º de ESO, cuya autora se llama Rocío Marín Fernández y está en el curso 1º ESO C.
Una noche en el
cementerio
Hace
mucho tiempo en un viejo cementerio de Madrid una familia velaba por su hija
fallecida hacía unas semanas. Esa noche, el hermano se escapó de casa para ir
al cementerio. Juan, que así se llamaba, caminaba la noche de Halloween entre
gente disfrazada y divirtiéndose, pero a Juan no le parecía divertido. Cuando
estaba llegando al cementerio, un viejo arrugado estaba de espaldas en la
puerta y cuando se dio la vuelta, su cara estaba descompuesta. Juan se asustó y
se fue corriendo. Volvió a su casa y sus padres no estaban. Se metió en la cama
e intentó dormir, pero no podía porque estaba muerto de miedo. Estuvo un
momento en la cama pero, al final, decidió levantarse e ir otra vez al cementerio.
Esta
vez no estaba el viejo y Juan decidió entrar.
Cuando
estaba dentro empezó a leer las lápidas de las tumbas. Algunas estaban quitadas
y no estaba el ataúd. Juan fue a la tumba de su hermana y se puso a rezar.
Sintió
que había alguien observando, por lo que decidió irse, pero cuando iba a salir,
la puerta se cerró. Juan miró a su alrededor y no vio a nadie. Empezó a pensar
por qué se había cerrado la puerta y una de sus conclusiones era que el
cementerio estaba encantado.
En
ese momento, el cementerio empezó a temblar y las tumbas a abrirse. De ellas
salieron murciélagos, serpientes…
Pero
lo más impresionante fue cuando del suelo se abrió una trampilla y de ella
salió una gran escalera que iba hacia abajo. La escalera estaba oscura y
llegaba a una pared donde había un papel con una historia. Mientras Juan la
estaba leyendo, la trampilla se cerró y la escritura del papel cambió y de
pronto decía:
-
Para
salir de aquí deberás resolver la siguiente adivinanza:
Es que le toco, y me da miedo;
Es que le tomo, y no puedo;
Y vendrá el día en que igual yo quedo.
Juan
se puso a pensar y por fi dijo:
-¡El
esqueleto!
Cuando
terminó de decir la respuesta, se abrió otra trampilla que hizo que Juan cayera
a un tobogán largo y oscuro. Por el túnel se oían sonidos terroríficos. Al
final del tobogán había una gran sala.
Cuando
Juan llegó a esa sala, de ella salieron muchísimos murciélagos. En la sala
había millones de momias, y en mitad, un libro.
En
el libro decía:
Cuenta
una antigua leyenda que la noche de Halloween, en el cementerio de Madrid,
aparece el monstruo de Halloween y para invocarlo debes decir su nombre tres
veces junto a la tumba del cetro del cementerio.
Como
Juan era un chico aventurero, decidió invocar al monstruo de Halloween, pero
primero debía buscar la manera de salir de allí. Después de un rato buscando la
salida encontró una puerta muy pequeñita, pero para abrir esa puerta se
necesitaba una llave que Juan debía buscar. Miró por todas partes hasta que al
final vio una cosa reluciente al final del tobogán. Juan corrió a cogerla y
abrió la puerta, cuando salió, llegó a la puerta trasera del cementerio. Desde
allí se veía todo el cementerio. Juan buscó la tumba que debía haber en el
centro del cementerio. Cuando la encontró, corrió a verla y al llegar delante
de ella dijo:
-Monstruo
de Halloween, monstruo de Halloween, monstruo de Halloween…
Pero
no pasó nada. Ese hecho seguiría siendo una leyenda para siempre. Juan decidió
irse a casa, cuando llegó sus padres aún no estaban pero, de todas formas, Juan
había descubierto algo nuevo y se sentía orgulloso de sí mismo por lo que
apenas pensó en sus padres. Cuando se fue a dormir, sus padres llegaron y
pensando en la leyenda, Juan se durmió tranquilo.
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